DAS LO QUE ERES Y ESO TE HACE ETERNO.

Hay una verdad que duele cuando se descubre, pero libera cuando se abraza: no siempre recibirás lo que das. Puedes entregar amor y cosechar distancia, mostrar empatía y recibir frialdad, darlo todo por alguien y terminar ignorado. A muchos les rompe el alma esta ecuación, y es ahí donde el ego ese arquitecto del “merecimiento” entra en crisis. El ego se alimenta de respuestas, de aprobación, de equilibrio. Pero la vida del alma va más allá de lo que se recibe. La vida del alma se mide por lo que se entrega desde el ser auténtico.

Das lo que eres, no lo que te conviene. No das por estrategia, das por esencia. Porque lo que das con el corazón es una extensión de tu identidad, no un contrato esperando firma. Y es ahí donde tu verdadera grandeza empieza: cuando decides no actuar desde el ego herido, sino desde la integridad sanada.

Como psicólogo humanista, he acompañado a miles de personas en sus procesos de sanación. He visto cómo las heridas, cuando son miradas con amor y valentía, se transforman en portales de compasión. La ciencia lo confirma: estudios de la Universidad de Columbia y Harvard sobre crecimiento postraumático revelan que la etapa final de una verdadera sanación es usar lo vivido para aliviar el dolor ajeno. Es en ese punto cuando el alma trasciende el ego: ya no busca justicia emocional, busca propósito. Ya no espera ser reconocido, quiere ser útil. Ya no pregunta: “¿Por qué me pasó esto?”, sino: “¿A quién puedo ayudar con lo que aprendí?”

El ego quiere justicia, pero el alma busca sentido.

El ego quiere cobrar, el alma quiere servir.

El ego exige reciprocidad, el alma se basta con dar.

Cuando das desde tu esencia, aunque no te lo devuelvan, te expandes. Tu identidad se vuelve más clara, tu presencia más luminosa, tu existencia más significativa. Porque las personas no recordarán cuánto diste, sino quién fuiste mientras dabas.

Pregúntate: ¿Estoy dando desde mi ego que quiere controlar el resultado, o desde mi alma que quiere aportar sentido? ¿A quién puedo servir hoy con la historia que ayer me dolió?

Recuerda: tu herida puede ser tu mayor don, si eliges ofrecerla desde el amor.

Porque al final, lo que das te define más que lo que recibes. Y eso, querido lector, es lo que realmente importa... Un abrazo fraterno de su amigo y psicólogo Jeovanny Molina.

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