Escuchar y servir con amor.
Escuchar, desde una psicología humanista profunda, es un acto revolucionario. Es permitir que el otro exista sin interrumpir su esencia. Es acoger su vulnerabilidad sin juicio. Es estar presente no solo con el oído, sino con todo el ser. Cuando escuchamos verdaderamente, creamos un espacio de contención sagrada donde el alma del otro puede revelarse sin temor.
Servir, por otro lado, no es sinónimo de sumisión ni de perderse en los deseos de los demás. Servir con amor es una forma de amar en libertad. Es elegir ser instrumento de bien, canal de alivio, puente de transformación. Cuando servimos desde la libertad interior esa certeza de quién soy, sin necesidad de aprobación externa, nuestro servicio no nos agota, sino que nos renueva.
La libertad interior no se consigue evadiendo responsabilidades ni encerrándonos en una torre de ego. Nace del autoconocimiento, del equilibrio entre nuestras emociones, razón, cuerpo y espíritu. La libertad no es hacer lo que quiero, sino ser quien soy con amor, aún en medio del caos externo. Es allí donde escuchar y servir se convierten en prácticas sagradas, y no en cadenas.
El ser humano que aprende a escuchar sin agenda y a servir sin expectativas descubre una dimensión nueva de sí mismo: una expansión del alma donde cada acto se convierte en una oración, y cada encuentro, en una oportunidad de transformación mutua.
Pregúntate: ¿Estoy escuchando para comprender y amar, o solo para responder y controlar? ¿Mi forma de servir nace del amor libre o de la necesidad de ser validado? ¿Estoy dispuesto a descubrir en el silencio y en la entrega mi verdadera libertad interior?. Un abrazo fraterno de su amigo y psicólogo Jeovanny Molina.
Comentarios
Publicar un comentario