UN REGALO DIVINO PARA LA HUMANIDAD.
Cuando escuchamos la palabra “Navidad”, muchas imágenes vienen a nuestra mente: luces brillantes, cenas familiares, regalos envueltos con esmero, villancicos que llenan de nostalgia nuestros corazones. Pero ¿qué es en realidad la Navidad? ¿Qué significa esta fecha que ha atravesado siglos y culturas, tocando las fibras más profundas del ser humano?
La Navidad no es solo un evento histórico ni una tradición cultural; es la manifestación del amor absoluto de Dios, quien decidió encarnarse en la fragilidad de un niño para mostrarnos su cercanía. Es el recordatorio de que somos amados de forma incondicional, no por méritos propios, sino porque Dios mismo lo quiso.
La Navimagia no se encuentra en los adornos ni en los intercambios materiales. Es el asombro que brota al contemplar cómo el Dios del universo se hace pequeño, vulnerable y humano para abrazarnos en nuestra debilidad. Es la capacidad de mirar con ojos renovados el milagro de la vida, de sentir el calor de la familia, de descubrir que lo simple como un pesebre o una estrella puede transformarse en lo más sagrado.
La Navimagia nos invita a detenernos en el bullicio de estas fechas y a contemplar el misterio del amor divino. Nos llama a abrir el corazón, a abrazar el milagro de un Salvador que no nace en palacios, sino en la humildad, para recordarnos que la grandeza del hombre no está en lo que posee, sino en lo que ama.
Los Tres Principales Regalos del Niño Jesús para nosotros hoy son los siguientes:
La Reconciliación con Dios: El nacimiento de Jesús es la puerta abierta para nuestra reconciliación con el Padre. En Él encontramos el perdón, la restauración y la certeza de que nuestras heridas y pecados pueden ser redimidos por el amor infinito.
El Gozo de la Salvación: La Navidad trae consigo la alegría de saber que no estamos solos. Dios está con nosotros (Emmanuel), y esa presencia nos da una razón para celebrar y vivir con esperanza, incluso en medio de las pruebas y dificultades.
El Camino de la Paz: Jesús viene como el Príncipe de la Paz, invitándonos a sembrar armonía en un mundo dividido. Nos regala la capacidad de sanar relaciones, de construir puentes y de vivir en unidad con los demás y con nosotros mismos.
En esta Noche Buena, mientras las luces iluminan el exterior, pregúntate:
¿He permitido que la luz del amor de Dios ilumine las sombras de mi corazón, y cómo puedo compartir esa luz con quienes más la necesitan?
La Navidad no se trata solo de recibir, sino de dar. Esta noche, mientras contemplas el pesebre, haz un compromiso con tu fe y con tu prójimo. Reconcíliate con alguien que hayas lastimado, da esperanza a quien esté triste, y lleva paz a quienes viven en conflicto. Deja que el amor de Cristo transforme tu vida para que tú, a su vez, puedas transformar el mundo.
Que esta Navidad sea más que una celebración, sea un renacimiento de tu fe, tu esperanza y tu capacidad de amar. Permite que la Navimagia llene tu corazón y que el Niño Jesús, con su ternura y humildad, te muestre el camino hacia una vida plena en Dios.
Esta noche, deja que el milagro del pesebre se convierta en el milagro de tu vida... Una feliz noche buena y una muy Bendecida navidad te desea tu amigo y psicólogo Jeovanny Molina.
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