RESURGIR DEL DOLOR EN EL SIGLO XXI.
En el siglo XXI, un periodo marcado por desafíos constantes y acelerados cambios, el dolor emocional se ha convertido en una presencia recurrente en la vida de muchas personas. El dolor, tanto emocional como psicológico, a menudo surge de experiencias traumáticas, rupturas afectivas, crisis personales o problemas familiares. Pero, como he trabajado con mis pacientes, sé que el dolor no tiene por qué definirnos ni controlar nuestras vidas.
El ciclo del dolor es un patrón repetitivo que atrapa a las personas en pensamientos y comportamientos destructivos. Este ciclo puede comenzar con una crisis, pero si no se enfrenta adecuadamente, se perpetúa y se refuerza con el tiempo. El Mindfulness, una herramienta fundamental en mi práctica, ofrece una forma efectiva de interrumpir este ciclo. A través de la atención plena, mis pacientes han aprendido a observar su dolor sin identificarse con él, permitiéndoles encontrar un camino de sanación y transformación.
El proceso de sanación emocional no solo depende de lo que hacemos, sino de cómo lo hacemos. El Mindfulness nos enseña a estar presentes con nuestras emociones sin juzgarlas, reconociendo lo que sentimos sin dejar que nos consuma. A lo largo de mis sesiones con pacientes, les he recordado que si no sanan su interior, el dolor "te perseguirá a dónde sea que tú vayas".
Es común que, al no sanar nuestras heridas, terminemos afectando a aquellos que más nos aman. "Si no sanas tu interior, seguirás sangrando tu dolor sobre aquellos que te quieren, te aman, te valoran y quieren cuidarte", les digo. Esto puede llevar a la pérdida de relaciones valiosas, ya que el dolor no sanado puede hacer que nos alejemos de quienes buscan apoyarnos.
Cuando llega una crisis a nuestra vida, nuestra interpretación y reacción determinan si esa experiencia nos fortalecerá o nos destruirá. Es por ello que les recuerdo a mis pacientes: "Dependiendo del sentido y significado que tú le des, esta crisis te servirá para lograr fortalecerte o destruirte." Con el Mindfulness, les enseño a cambiar su perspectiva y a tomar control sobre el impacto emocional de sus experiencias.
Para sanar verdaderamente, es necesario mirar hacia dentro, enfrentar nuestras emociones, y aprender a procesarlas de manera saludable. Como les digo a mis pacientes, si no sanas tus heridas internas, el dolor te seguirá a donde sea que vayas. "Si no sanas el dolor, este te perseguirá a donde sea que tú vayas". El Mindfulness ayuda a sanar ese dolor interno, permitiéndonos aceptar nuestras emociones sin dejar que nos consuman.
Es crucial también aprender a poner límites en nuestra vida, tanto para protegernos a nosotros mismos como para evitar herir a los demás. Como les explico a quienes trabajo, "No te prestes para hacerle daño a nadie; la vida pasa factura, todo en la vida vuelve a ti más temprano que tarde, pero también aprende a poner límites en tu vida." Saber cuándo y cómo establecer límites saludables es un paso fundamental para proteger nuestra paz interior y evitar que otros proyecten sus propias heridas en nosotros.
Uno de los mayores obstáculos que enfrentan las personas en su camino de sanación es el control que las emociones negativas ejercen sobre sus vidas. "Las peores jaulas emocionales en las que puede caer el ser humano es en dejarse controlar por sus propias emociones y sentimientos negativos". El Mindfulness enseña que no somos nuestros pensamientos ni nuestras emociones; somos mucho más. A través de esta práctica, mis pacientes han aprendido a observar sus emociones con compasión y a liberarse del peso que estas pueden ejercer sobre ellos.
Cuando trabajamos con el Mindfulness, tomamos conciencia de nuestras emociones tal como son, sin resistirlas ni aferrarnos a ellas. Les enseño a mis pacientes que el dolor, aunque inevitable, no es una identidad. Como digo en cada sesión, "El dolor no me define; por ello hoy elijo mi paz sobre cualquier dolor." Al hacer esta elección, liberamos espacio para que entre la paz, una paz que no depende de circunstancias externas, sino de nuestra relación interna con el dolor.
El siglo XXI trae consigo no solo avances tecnológicos, sino también nuevas formas de crisis. Las demandas sociales, el estrés constante, la competitividad y las expectativas elevadas nos confrontan con desafíos que muchas veces desbordan nuestras capacidades emocionales. Sin embargo, es importante recordar que, aunque las crisis lleguen, tenemos el poder de decidir cómo enfrentarlas.
Parte del proceso de sanación implica también aprender a establecer límites. A lo largo de mi carrera, he visto que cuando las personas no ponen límites claros en sus vidas, terminan agotadas, desgastadas emocionalmente y, muchas veces, involucradas en dinámicas dañinas con otras personas. Establecer límites no es un acto egoísta, sino una forma de cuidar nuestra paz interior. Y, como enseño a mis pacientes, "No te prestes para hacerle daño a nadie; la vida pasa factura, todo en la vida vuelve a ti más temprano que tarde."
Las deudas emocionales son otra carga que muchos arrastran en su día a día. Estas deudas se acumulan cuando no resolvemos nuestras heridas internas, cuando reprimimos nuestras emociones o nos negamos a sanar. "Las deudas emocionales son las causantes de seres humanos luchando con una guerra emocional y cargas que no son responsabilidad de ellos." El Mindfulness nos ayuda a soltar esas deudas al permitirnos procesar nuestras emociones y dejar ir aquello que no nos sirve.
El dolor no sanado actúa como una sombra que nos sigue a todos lados, afectando nuestras relaciones, nuestra paz mental, y nuestra capacidad de disfrutar el presente. Sin embargo, con la práctica del Mindfulness, he visto cómo mis pacientes liberan el peso del pasado y aprenden a vivir en el aquí y ahora, libres del dolor que antes los definía.
A través del Mindfulness, descubrimos que la paz no es algo externo, sino algo que elegimos cada día. En mis sesiones, les recuerdo a mis pacientes que "El dolor no me define; por ello hoy elijo mi paz sobre cualquier dolor." Esta elección nos permite ser dueños de nuestras emociones, en lugar de ser sus esclavos.
Pero parte de elegir la paz también implica saber poner límites. Aprender a decir "no" cuando es necesario, proteger nuestra energía emocional, y evitar involucrarnos en dinámicas tóxicas es fundamental para mantener la paz que tanto deseamos. Y, como les enseño a mis pacientes, cuando actuamos desde la paz y el autocuidado, evitamos causar daño a los demás, algo que la vida inevitablemente nos devuelve si no somos conscientes.
En conclusión ante el dolor, las crisis y los desafíos, surge una pregunta que es tanto racional como emocional: ¿Estás eligiendo sanar y poner límites, o seguirás permitiendo que el dolor controle tu vida?. Esta pregunta nos viene a hacer una invitación para reflexionar sobre nuestras acciones, nuestras emociones, nuestras intenciones y nuestras decisiones, reconociendo que, aunque no siempre podemos controlar lo que nos sucede, siempre podemos elegir cómo responder ante ello.
Un abrazo fraterno de su amigo y psicólogo Jeovanny Molina.
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