La Fuerza de un Corazón Agradecido.

Un corazón agradecido es la verdadera fuerza invencible que no necesita escudos ni muros. Quien camina por la vida con gratitud, lleva consigo una fuente inagotable de paz y de fe en el bien que, a pesar de todo, siempre vuelve multiplicado. A veces, no lo entendemos; los corazones agradecidos y bondadosos son también los que más sufren en el mundo de hoy, porque su luz y su sencillez contrastan con la dureza y el egoísmo de quienes no valoran su pureza. Pero Dios, en su infinita sabiduría, cuida de cada uno de ellos, y lo que aparenta ser una pérdida o una injusticia se convierte en una bendición multiplicada cien veces más.

Todo en la vida regresa a nosotros. Cada gesto, cada palabra, es una semilla que florece en algún momento y refleja el tipo de vida que hemos elegido llevar. Cuando respondemos con gratitud, amor y perdón, elegimos sembrar paz, y eso nos protege frente a las tormentas. “Perdón”, “gracias” y “te amo” son palabras sencillas, pero poseen un poder inmenso. Nos ayudan a desprendernos del resentimiento, a liberar el corazón de cargas que no necesitamos. Esas palabras nos recuerdan que, aunque otros nos lastimen, nuestras reacciones siempre hablan de quiénes somos y no de los demás.

En un mundo donde la bondad parece ser vulnerable, los corazones agradecidos son los más fuertes, y aquellos que actúan con maldad terminan, inevitablemente, enfrentando las consecuencias de sus actos. Es como la escritura nos dice: “Se alegrarán los justos cuando vean la venganza; sus pies lavarán en la sangre del impío” (Salmo 58, 10). Esto no habla de venganza por nuestra parte, sino de la justicia que la vida misma devuelve. Lo que los demás pretendan contra nosotros, Dios lo transforma en un bien mayor para quienes caminan con fe.

El sacramento de la confesión es, para nosotros, el descanso que sana y restaura. Es el espacio donde, al pedir perdón y al liberarnos de culpas, encontramos la paz que tanto anhelamos. Esta misma paz se convierte en nuestra fortaleza y junto con el mindfulness y el acompañamiento psicológico, hallamos los recursos para sanar profundamente. Desde la ciencia, aprendemos a gestionar nuestras emociones; desde la fe, comprendemos el sentido de nuestro sufrimiento y nos llenamos de esperanza. En esta combinación, encontramos una salud mental, emocional y espiritual que nos da la fuerza de vivir con plenitud y alegría.

Finalmente, hagamos una reflexión íntima y profunda: ¿Quién es esa persona que, con un corazón humilde, agradecido y bondadoso, ha estado contigo en los momentos de adversidad? ¿Cómo puedes mostrarle gratitud y valor por su amor y apoyo?

Recuerda que lo más valioso es lo que guardas en tu corazón, lo que decides alimentar en tu mente. Porque es eso lo que dará forma a tus palabras, a tus actos y, en última instancia, a toda tu vida. Vive con gratitud, y descubrirás que todo en tu vida florece más allá de lo que alguna vez imaginaste.

Un abrazo fraterno de su amigo y psicólogo Jeovanny Molina.

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