EL ARTE DE DECLARAR VICTORIA EN EL TORMENTO.

La vida nos presenta momentos de prueba y tribulación que, aunque dolorosos, son esenciales para nuestro crecimiento y transformación. Como el alfarero moldea el barro, así somos nosotros moldeados por las manos divinas. En la alabanza "Envía tu fuego" de los Ascoy (música católica) se canta: "Como el barro al alfarero, mis cenizas son para ti". Este es un recordatorio poderoso de que, aun en nuestras peores circunstancias, Dios utiliza nuestras cenizas, nuestros momentos de quiebre, para crear algo nuevo y lleno de propósito.

Como psicólogo humanista, creo firmemente que nuestras tribulaciones pueden ser el terreno más fértil para el crecimiento personal. Mi actitud determina mi altitud. A veces, lo que determina el curso de nuestras vidas no es lo que nos ocurre, sino cómo elegimos enfrentarlo. Elijo elevarme con pensamientos positivos y acciones decididas. Enfrentar el sufrimiento con dignidad y esperanza puede transformar lo que parece una derrota en una victoria silenciosa pero significativa.

El tormento en el siglo XXI toma muchas formas: ansiedad, soledad, dudas existenciales. En lugar de evadir estos sentimientos, debemos abrazarlos, entenderlos y permitir que nos transformen. La psicología humanista nos invita a aceptar que el dolor no es el final, sino el comienzo de una nueva etapa. Cada tribulación es una oportunidad para reconstruirnos, para ser mejor versión de nosotros mismos, más sabios, más compasivos.

Es crucial, en estos momentos, valorar a quienes caminan con nosotros en medio de la tormenta. Aquella persona que nos ofrece su amor incondicional, que está a nuestro lado aun cuando todo parece caerse a pedazos, es un regalo divino. ¡No la dejes ir de tu vida! El apoyo que recibes en los momentos más oscuros es un reflejo de la bondad y misericordia de Dios. La bondad que damos a los demás siempre regresa a nosotros multiplicada. Por eso, elijo ser un faro de luz, una fuente de esperanza y amor para quienes me rodean.

Recuerda: no estás solo en la tormenta. Así como el barro es moldeado, tú también lo eres. Y, al final, lo que queda no es el dolor, sino la obra maestra que has permitido crear en tu vida a través de tus decisiones, tu fe y tu perseverancia.

Es aquí donde finalmente, te invito a reflexionar: ¿Cómo estoy permitiendo que mis pruebas me moldeen? ¿Cómo puedo agradecer y cuidar a aquellos que me han apoyado incondicionalmente en mis momentos de dolor? ¿Qué puedo hacer hoy para ser un faro de luz para mí mismo y para los demás?

Un abrazo fraterno de tu amigo y psicólogo Jeovanny Molina... Recuerda: Tu victoria comienza en tu interior. ¡Elige hoy caminar hacia ella con esperanza y fe plena!

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