LA LIBERTAD DE ELEGIR Y LA PACIENCIA COMO CAMINO DE CRECIMIENTO.


La vida, en sus momentos más difíciles, nos invita constantemente a elegir. A elegir cómo responder ante las pruebas, ante el dolor que puede ser mental, emocional, físico o espiritual. Todos, en algún momento, hemos sentido la tentación de querer que ese dolor desaparezca, que simplemente se disuelva para que podamos seguir adelante. Pero la realidad es que el dolor forma parte de la experiencia humana, y es en esos momentos donde se revela una de las mayores oportunidades que tenemos: practicar la paciencia.

La paciencia no es una habilidad pasiva, ni es simplemente aguantar hasta que pase la tormenta. Es una elección activa de cómo enfrentamos el dolor, cómo navegamos las aguas turbulentas manteniendo una buena actitud, confiando en que todo tiene su tiempo y que, a pesar de las circunstancias, hay algo más grande sucediendo. La paciencia es la capacidad de elegir cómo vivir en medio de la espera.

Es fácil caer en la trampa de creer que nuestros problemas vienen de fuera, que son las personas, las circunstancias o el destino quienes nos están castigando. Este pensamiento nos roba el poder natural que tenemos para resolver los problemas, porque nos desconecta de nuestra capacidad de acción. Nos volvemos esclavos de la reacción emocional, y entonces el problema se transforma en algo personal, algo que creemos que nos define o nos ataca directamente. En ese estado, nuestras emociones pueden cegarnos y llevarnos a tomar decisiones precipitadas que, en lugar de resolver el problema, lo agravan.

Sin embargo, cuando nos detenemos un momento y decidimos colocar el problema en el centro de la mesa, como un objeto que podemos observar desde diferentes ángulos, sin involucrarnos emocionalmente de inmediato, encontramos claridad. Al hacer esto, descubrimos que el problema no es tan grande ni tan abrumador como parecía, y que, aunque pueda ser doloroso, no tiene que consumirnos. 

Separar nuestras emociones del problema. Esto nos permite ver las soluciones con objetividad, nos da el espacio para respirar y reflexionar antes de actuar. La paciencia, entonces, es una forma de poder... Es la capacidad de elegir cómo responder en medio de la adversidad. No se trata de esperar a que las cosas mejoren mágicamente, sino de mantener una actitud de fe, esperanza y templanza mientras trabajamos en la solución. Es una virtud que, aunque difícil de practicar en los momentos más oscuros, tiene un impacto transformador en nuestras vidas.

Cuando el dolor nos toca, ya sea porque algo en nuestro interior está herido o porque el mundo exterior parece estar en nuestra contra, tenemos la libertad de elegir cómo queremos responder. Y esa libertad, que viene de Dios y de nuestro propio poder interno, es lo que nos permite crecer en medio del dolor. A veces, el proceso de espera y resolución es lo que nos moldea, lo que nos hace más fuertes, más resilientes y más conscientes de nuestra capacidad para superar las dificultades.

Afrontar el dolor con paciencia no significa que ignoremos lo que sentimos. Al contrario, es una oportunidad para reconocer nuestras emociones, pero sin dejarnos dominar por ellas. Es aceptar que sentimos tristeza, frustración, enojo o miedo, pero decidir no actuar desde esos sentimientos. 

Es elegir actuar desde la calma, desde la sabiduría, y confiar en que, aunque el dolor sea presente, no es eterno. Es un acto de fe en nosotros mismos y en la vida, un recordatorio de que el dolor es pasajero y que siempre hay una salida, aunque no la veamos de inmediato. En la libertad de elegir cómo afrontamos nuestros desafíos, reside nuestro mayor poder. 

No es lo que nos sucede lo que define nuestras vidas, sino cómo respondemos ante ello. Cada elección que hacemos, cada acto de paciencia y cada momento en que decidimos no dejarnos arrastrar por el dolor, es un paso hacia una vida más plena, más consciente y más conectada con quienes realmente somos. Así que, en esos momentos de dolor, recuerda que siempre tienes la opción de elegir tu accionar.

La paciencia es un acto de amor propio y de confianza en el proceso de la vida. Es la llave que nos abre la puerta hacia la paz, incluso en medio de las tormentas. Y cuando elijas mantener una buena actitud mientras esperas, descubrirás que, aunque el dolor sea parte de la vida, no tiene el poder de definirte ni de robarte la esperanza para ello elige la paciencia... Elige la libertad de actuar desde la serenidad. Y en ese acto, encontrarás la fuerza para superar cualquier obstáculo, cualquier dolor y avanzar hacia una vida llena de propósito y sentido.

Un abrazo fraterno de su amigo y psicólogo Jeovanny Molina.


Comentarios

Entradas populares